Cuaderno de agosto, adelanto 3
miércoles, 28 de agosto de 2019
EL PINTOR, EL CUADRO, EL COMPRADOR Y
EL COLECCIONISTA: LA HISTORIA SECRETA DE UN DESNUDO.
El pudor es una cosa muy curiosa. Un cuadro al que nosotros,
cualquiera de nosotros, no le encontrará nada impudoroso hoy en día, como “El Cristo en casa de sus padres”, un cuadro
religioso pintado por el pintor prerrafaelita John Holman Hunt en 1868, en su
momento resultó, en palabras del mismísimo Dickens, una obra “vil, odiosa,
insultante y repugnante”. ¿Su pecado? El mismo pecado que ya le reprocharon a
Caravaggio: Cristo (como la virgen Caravaggiana) era demasiado real, demasiado
humano.
Pero un desnudo es un desnudo. Y un desnudo siempre será un
desnudo… Pues no. Eso es lo que puede parecer a simple vista. Pero no. Nada de
eso. Hay muchas maneras de representar a un desnudo. Incluso dentro de la misma
época o dentro del mismo estilo.
“El mayor logro de Manet es haber pintado a la ramera”. Esas
palabras, proclamadas solemnemente por K. J. Huysmans, no son una ofensa, son
un gran halago. En 1865 el mundo ya había visto muchos desnudos enmarcados.
Pero aún no había visto un cuadro de una prostituta desnuda.
Pero si Manet escandalizó a sus contemporáneos (de eso no se
libra ni el apuntador, podemos pensar), el pintor que nos ocupa aquí se cuidó
mucho de provocar reacción semejante. Su cuadro se pintó en secreto y se vendió
en secreto. Pero ese sólo es el principio de su subterránea historia…
“El origen del mundo”,
este es el cuadro del que les quiero hablar… ¿Les suena? Si ustedes son
aficionados a la pintura seguro que sí.
De este cuadro se ha hablado mucho. Sobretodo en los últimos
años. A mí no me interesa cuándo, por qué o cómo se pinto. ¿Pudo existir “El
origen del mundo sin que antes no hubiera existido la “Olympia” de Manet?
Posiblemente no. Miguel Dalmau, en su libro “El ocaso del pudor”, nos recuerda
la teoría de Kenneth Clark: no es lo mismo un “desnudo” que un “cuerpo sin
ropa”. Miguel Dalmau, como muchos otros, dedica unas palabras a analizar este
cuadro. Recomiendo que las lean. Es muy interesante saber hasta qué punto el
pintor conocía la anatomía y el comportamiento sexual femenino (y hasta qué
punto era capaz de pintarlo, sobre todo). “Podemos ver un pezón erecto, se
aprecia el color encendido de los labios vaginales: la modelo está excitada y
anticipa el acto sexual”, nos dice Dalmau. Y bueno, saber eso está muy pero que
muy bien, pero no es lo que más me interesa del asunto… No en estos momentos…
Dejemos pues su origen y sus implicaciones y centrémonos en
su historia:
Este cuadro, pintado por Courbet en 1866, estuvo oculto
durante cerca de 130 años. En 1977 se hizo una gran retrospectiva de este
pintor en París. La exposición tuvo mucho éxito. Durante meses miles de
personas desfilaron delante de los cuadros más famosos de Courbet. Y aún
entonces, más de cien años después de su creación, la inmensa mayoría del
público desconocía la existencia de este cuadro. Ni siquiera lo habían visto en
fotografías. Incluso algunos entendidos en pintura, pese a ser de los pocos que
habían tenido noticias acerca de su existencia y avatares, no daban crédito a
estas noticias, tomándolas por una simple leyenda. ¿Y por qué estaba tan
oculto? ¿Por qué su primer dueño, nada más tener el cuadro en sus manos, lo
escondió cautelosamente? ¿Por qué pese a cambiar varias veces de dueño, el
cuadro siguió siempre oculto? ¿En 1866 esté cuadro era arte o era pornografía?
En 1866 el cine no existía y la fotografía estaba en fase experimental. La sociedad era muy puritana. En aquel
momento no existía nada más provocador y obsceno. Pero… ¿Por qué en 1977
continuaba oculto? En 1977 un desnudo pintado no podía competir con las revistas
y las películas, el sexo estaba por todas partes, nadie se escandalizaba por un
cuadro. Se sabe que uno de sus dueños fue un pintor húngaro. Y el último dueño
fue nada menos de Jaques Lacan, el famoso psicoanalista. Un pintor está
habituado a ver desnudos, casi tanto como un médico. Un psicoanalista no debe
sorprenderse y escandalizarse ante nada.
Creo que pintar a una mujer es otra forma de poseerla. Otra
forma de posesión después de la posesión física. Al amante, al pintor, al
coleccionista, al cliente, al enamorado, me le ha bastado con tocar su cuerpo
desnudo, he querido atrapar ese cuerpo desnudo en una imagen. Pero no le ha
valido una fotografía. Ha querido pintarla. Ha necesitado un cuadro, y no un
cuadro pintado por un pintor cualquiera. Así ha poseído ambas cosas: el cuerpo
de la mujer amada y el talento del pintor. Y luego, tacaño, fetichista, se lo
ha guardado para él…
Suscribirse a:
Entradas (Atom)