jueves, 28 de agosto de 2025

 










 El día que no fui a Ribadeo


Alguna vez tenía que volver a pasar. Aunque aquí por lo menos me subí al tren, no como en San Sebastián, donde ni siquiera llegué a subirme. Pero este pequeño atenuante no me sirve: me subí al tren, tenía mi billete de ida y vuelta de Oviedo a Ribadeo, pero me bajé en Pravia, al rato de empezar el viaje. Así de simple. El tren se paró para esperar a otro. Se paró demasiado tiempo (unos minutos), y yo me bajé. Y hablé con el jefe de estación, para preguntarle cuando salía otro tren que me llevara de vuelta a Oviedo. Pero faltaba más de una hora. Resultó que venía un tren (el que estábamos esperando) en dirección a Gijón. Este tren pasaba por Avilés. Yo nunca he estado en Avilés. Desde allí se podía tomar otro hasta Oviedo. No me lo pensé dos veces. Mejor eso que estar más de una hora esperando un tren que me llevara de vuelta por el mismo sitio (aunque como la mañana avanzaba, ya no tendríamos esa niebla persistente que habíamos tenido nada más salir de Oviedo a las siete de la mañana). El jefe de estación, muy amable, me sacó él mismo el billete en la máquina (a mí las maquinas no me gustan nada, pienso que tienen una inteligencia diabólica en algún lugar de su interior, y que van a hacer todo lo posible para estropearse y dejarme sin billete, o sin cambio, o sin los diez euros que he metido, o todo a la vez). Pero el jefe de estación sabía cómo llevarse bien con esa máquina, porque me dio el billete al momento. Y me subí al tren que iba a Gijón, aunque yo me iba a bajar en Avilés, o eso tenía pensado…


(...)


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sábado, 15 de marzo de 2025

 








MEMORIA DEL BALCÓN...


¿Cinco años ya? Entonces, esos días oscuros, escribí este poema... Que luego se publicó en mi libro "Poemas rotos". El tiempo pasa y algunas cosas no mejoran mientras otras empeoran. Y nos dicen que eso es la vida. Supongo que será verdad... Os dejo el poema. Un poema. Solo eso. A mí me sirvió. Me ayudo. Un poco. Como cada poema de los que escribo. Una pequeña ayuda. Eso, a veces, es mucho.




MEMORIA DEL BALCÓN

(poema escrito la noche que murió Aute)



Ahora que Aute ha muerto.

Ahora que las calles callan y los balcones gritan.

Ahora que estás cerca y te siento lejos

y estar lejos es mirar todos los ríos que hemos cruzado.

Ahora que Aute ha muerto.

Ahora que mis vecinos son vecinos.

Ahora que los vecinos no son enemigos

porque los enemigos no tienen caras 

que sonríen y gritan y cantan 

y hacen

todo el ruido que pueden

para tapar el horrible silencio de las calles.

Ahora que Aute ha muerto.

Ahora que miro a mi vecino.

Ahora que ya no puedo desconfiar de las sombras 

con las que me cruzo

porque yo soy otra sombra con el mismo miedo 

en el bolsillo

y el mismo dolor invisible

en los ojos..

Ahora que Aute ha muerto.

Ahora que ya no caminamos por las sendas 

cantando Al Alba

porque las sendas se cubrieron de zarzas 

y el fuego derribó 

los recuerdos

de días oscuros bajo el sol brillante.

Ahora que la gente muere y todos sabemos 

que la fila es muy larga 

y a todos nos han dado 

un número marcado.

Ahora que la gente se mete en la cama 

y tiene miedo al teléfono

y el silencio de la noche 

es un silencio lleno de gritos enterrados.

Ahora que Aute ha muerto.

Y los chavales ya no van de campamento a la sierra,

ni cantan Al alba mientras vuelven al albergue.

Ahora que cada noche hunde más la cama.

Y el silencio de la mañana no ofrece ningún refugio 

para las farolas huérfanas

porque las farolas ya han aprendido 

que el hombre es frágil y desmemoriado.

Ahora que Aute ha muerto.

Y ha muerto tanta gente.

Tanta gente que ayer aplaudían en tu balcón, 

tanta gente con la que ayer aplaudías 

desde su balcón.

Sí, todo será borrado por la lluvia.

Sí, todo será borrado por la luz

de los soles muertos de los veranos sin cristal.

Y sí, todo será finalmente borrado 

por la noche blanca del hospital.

Pero los balcones gritan y yo tengo miedo

porque un día dejarán de gritar y volverá el ruido

el ruido muerto de una ciudad sin alma

porque el alma habrá emigrado como los pájaros 

al llegar el invierno.

Habrá emigrado a un pasado que las calles ruidosas 

no podrán encontrar.

Ahora que Aute ha muerto.

Hoy que tanta gente ha muerto.

Ahora quiero cantar con la noche, 

con el coro de las ventanas encendidas,

con el compás de los árboles lentos,

porque tengo miedo de la mañana, tengo miedo 

del ruido de la calle,

del ruido que volverá a taparlo todo

y nos dejará sin la memoria del balcón.