jueves, 28 de agosto de 2025

 










 El día que no fui a Ribadeo


Alguna vez tenía que volver a pasar. Aunque aquí por lo menos me subí al tren, no como en San Sebastián, donde ni siquiera llegué a subirme. Pero este pequeño atenuante no me sirve: me subí al tren, tenía mi billete de ida y vuelta de Oviedo a Ribadeo, pero me bajé en Pravia, al rato de empezar el viaje. Así de simple. El tren se paró para esperar a otro. Se paró demasiado tiempo (unos minutos), y yo me bajé. Y hablé con el jefe de estación, para preguntarle cuando salía otro tren que me llevara de vuelta a Oviedo. Pero faltaba más de una hora. Resultó que venía un tren (el que estábamos esperando) en dirección a Gijón. Este tren pasaba por Avilés. Yo nunca he estado en Avilés. Desde allí se podía tomar otro hasta Oviedo. No me lo pensé dos veces. Mejor eso que estar más de una hora esperando un tren que me llevara de vuelta por el mismo sitio (aunque como la mañana avanzaba, ya no tendríamos esa niebla persistente que habíamos tenido nada más salir de Oviedo a las siete de la mañana). El jefe de estación, muy amable, me sacó él mismo el billete en la máquina (a mí las maquinas no me gustan nada, pienso que tienen una inteligencia diabólica en algún lugar de su interior, y que van a hacer todo lo posible para estropearse y dejarme sin billete, o sin cambio, o sin los diez euros que he metido, o todo a la vez). Pero el jefe de estación sabía cómo llevarse bien con esa máquina, porque me dio el billete al momento. Y me subí al tren que iba a Gijón, aunque yo me iba a bajar en Avilés, o eso tenía pensado…


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