lunes, 20 de julio de 2015












ALGUNOS PEQUEÑOS INCONVENIENTES DE VIVIR EN UN ESTADO DONDE SE CONTROLA LA PRENSA...


la cita de hoy:


Mientras tanto llegaban constantemente viajeros de Irkutsk. Pregunté a los rusos si sabían algo de Chernobil. No estaban enterados de nada, me acusaron de hacer caso de la propaganda, y una semana después, cuando todo Occidente estaba al tanto del desastre, a Mongolia llegó un ruso y dijo que por la televisión soviética habían pasado la noticia de que estaban desmantelando una central nuclear de Kiev

(Paul Theroux, En el gallo de hierro: viajes en tren por China)

¡Pues vaya manera de desmantelar una central nuclear!, debió pensar el escritor Paul Theroux, a quien las primeras noticas del accidente le llegaron por una radio que sintonizaba emisoras occidentales cuando cruzaba en tren Siberia camino de China. Pero más de una semana después, ninguno de los rusos con los que él hablaba seguían sin saber nada... Y lo peor no es eso, lo peor es que el propio Gorbachov, reconoció en una entrevista que ellos en Moscú tampoco conseguían enterarse de qué pasaba realmente, a pesar de todos sus intentos por averiguarlo. Las noticias eran tan herméticas, tan censuradas y tan peligrosas que ni siquiera llegan con normalidad al propio presidente del país, ¡Y estamos hablando del desastre nuclear más importante de la historia!



(foto de A. V. F.)








sábado, 18 de julio de 2015

















(...) Entonces recordé unas palabras del libro de Sofía Casanova: «se engañan, se engañan hoy y se engañarán durante toda su vida». ¿Y por qué se engañan? La misma Sofía nos lo explica a continuación: «¡Oh cándida incredulidad de muchas gentes, sin juicio analítico ni otra guía del laberinto moscovita que su deseo de que ocurra lo que les conviene» (la cursiva es suya). ¿Y qué les conviene? ¿Qué les convenía a las buenas gentes de clase media y alta de Moscú y San Petersburgo? Pues pensar que LeninTrotski y los bolcheviques eran una pandilla de delincuentes y de locos sin organización, sin capacidad para tomar en poder, sin el valor necesario para ello. Pensaban, gran error en que suelen incurrir las «gentes de bien», que con «cuatro tiros se soluciona todo», que al ver aparecer el primer batallón de soldados o al escuchar el chasquido terrible de los caballos cosacos avanzando por las calles pavimentadas saldrían huyendo en desbandada, y se pondría fin a los sueños delirantes del populacho revolucionario para siempre. Sí, puede sonar exagerado, pero eso es exactamente lo que pensaban. Y no solo los buenos burgueses, sino incluso algunos miembros del Gobierno provisional, que forzosamente debían estar mejor informados… (...)




LEER ARTÍCULO AQUÍ:


http://www.jotdown.es/2015/07/echale-la-culpa-a-kerenski/




(foto del autor)







miércoles, 8 de julio de 2015




LA CITA DE HOY:



"Los burócratas del partido instalados en sus despachos de Moscú o México o París desconfiaban de quienes de verdad habían combatido contra los alemanes, resistido en los campos, reanudado luego, con perseverancia sobrehumana, la lucha contra la dictadura de Franco. Torturados en las cárceles, la dirección del partido los acusaba de traición. Escapaban y conseguían pasar a Francia, y lo que les esperaba, si no era un disparo o una fosa en un bosque, era un interrogatorio a manos del propio Santiago Carrillo, en uno de los papeles que prefería, el de inquisidor airado y justiciero".

("La máscara voluble", artículo de Antonio Muñoz Molina para El País, Babelia nº 1232, hablando del libro de Preston: "El zorro rojo, la vida de Santiago Carrillo".)