LO QUE CUESTA TENER IDEAS PROPIAS...
UN OBISPO CONTRA FRANCO. El caso deliberadamente
silenciado de Francisco Vidal y Barraquer
La Carta Colectiva del Episcopado español a los obispos del mundo entero
es un documento fechado el 1 de julio de 1937. Estaba redactada por el cardenal
Primado de Toledo Isidro Gomá y respondía, previa petición directa de Franco,
al intento de difundir al resto de la comunidad cristiana “las verdades” de la
Guerra civil Española (o dicho de otro modo: por qué la iglesia española en bloque, apoyaba al Bando Nacional y
por qué todos los cristianos del mundo debían hacer lo mismo). Bien, al menos
esto es lo que se enseña en los libros de historia de este país destinados a la
educación de los adolescentes (por ejemplo, libros de historia de 4º de ESO).
Al menos en los libros en los que se menciona esta carta y, por ende, el papel
de la iglesia en la Guerra Civil.
Pero nótese que he utilizado
unas cursivas unas líneas más arriba. En bloque… La iglesia en bloque… Eso da a entender que la firmaban TODOS LOS
OBISPOS.
Pues no… No están todos. Hay
uno que falta. Uno que no quiso firmar: el arzobispo de Tarragona y Cardenal
Francisco Vidal y Barraquer.
Y no quiso firmar no porque no
conociera de sobra la persecución roja (él mismo había estado a punto de ser
fusilado por unos milicianos al principio de la Guerra Civil, y había visto
como moría su obispo auxiliar, Manuel Borrás, que no había tenido tanta suerte),
sino porque creía que aquella carta era un instrumento de manipulación
propagandística por parte de Franco y que, en medio de una Guerra Civil, la
iglesia española, como iglesia de todos los españoles, debía no decantarse de
modo excluyente por una de las partes beligerantes. Por estas ideas Franco le
prohibió regresar a España una vez terminada la guerra civil (después de ser
salvado “in extremis” de ser fusilado, el gobierno de la Generalitat consiguió
evacuarlo a Italia, donde pasó el resto de la guerra), e incluso presionó para
que los Papas Pio XI y Pio XII le obligaran a renunciar a sus cargos. En este
caso Franco no se pudo salir totalmente con la suya. Los Papas no accedieron a
su petición. Y eso que Franco se lo tomó tan a pecho y se puso tan pesado que,
al final, hasta el mismo Cardenal Gomá se molestó. Pero, pese a todo, el obispo
de Tarragona nunca pudo volver a su sede. Murió en 1943. Él quería, ya que otra
cosa no era posible, al menos ser enterrado en su tierra. Pero sus restos no
fueron trasladados a España hasta 1978.
(Extracto del artículo del autor "La iglesia, las iglesias y los hombres de iglesia", revista Jot Down)
(Extracto del artículo del autor "La iglesia, las iglesias y los hombres de iglesia", revista Jot Down)
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