lunes, 11 de junio de 2012




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Descrédito de la inteligencia:

Un buen ejemplo de lo poco que sirve muchas veces la lucidez y la inteligencia (además de, por supuesto, la cultura): En 1933 Walter Benjamín escribió a su amigo Gershom Scholem sobre la llegada al poder de los nazis (cuya política antijudía aún no se había puesto realmente en práctica) diciendo que “el aire ya no se puede respirar”. Pese a todo, pese a que en 1933 aún se estaba a tiempo de escapar o de parar el nazismo (o, al menos, de intentar pararlo), Walter Benjamín acabaría siendo víctima de la guerra y del nazismo que le llevaría a suicidarse en Portbou en 1940 (aunque hay quien dice que fue un asesinato, existe un documental sobre el tema). Su inteligencia, su lucidez, su anticipación para ver lo que se le venía encima, al final no le sirvió de nada. Ni se salvó él ni salvó a otros.


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