CAMPEONES DE
CINISMO (POR ACLAMACIÓN POPULAR)
PRIMERA PARTE.
CANDIDATO
PRIMERO: NAPOLEÓN III
Cuando en 1851
Luis Napoleón Bonaparte, sobrino de Napoleón se convirtió Napoleón III gracias
a un golpe de estado, lo primero que hizo fue encarcelar a más de 20 mil
personas acusándolas de intentar acabar con la República Francesa mediante un
golpe de Estado, es decir: justo lo que él había hecho. Luego, para legitimar su usurpación (una vez
ya controlaba la policía y el ejercito, y casi todos sus principales enemigos
estaban arrestados o muertos), mando convocar un referéndum popular que, por
supuesto, ganó.
CANDIDATO
SEGUNDO: GILLERMO II, EMPERADOR ALEMÁN
Gillermo II.
Kaiser alemán, mandó una carta al gobierno belga en 1914 donde decía:
“Por ello el
gobierno alemán experimentaría el disgusto más profundo si Bélgica considerase
como un acto de hostilidad el hecho de que Alemania se vea forzada por las
medidas de su adversario a penetrar en territorio belga para su defensa”.
Esta carta es de
un cinismo ejemplar. El emperador alemán les está diciendo a los belgas (con el que por cierto había firmado un pacto de
no agresión) que les
piensa invadir, pero “sin mala voluntad”, sólo para evitar que los franceses
ataquen a Alemania desde Bélgica, cuando lo cierto es que los franceses no
tienen la menor intención de invadir Bélgica (porque los franceses sí respetan
a los países neutrales y a los países con los que tienen acuerdos, y porque,
además, tampoco tienen intención de iniciar ninguna guerra, al menos no hasta
que esa guerra es inevitable), por eso se “ofendería” si los belgas mostraran resistencia alguna. De hecho,
resistirse a ser invadidos sería considerado “un acto de hostilidad” (Hitler
tomó buena nota de ello, como veremos…). Así que, ¿qué opción les quedaba a los
pobres belgas? Abandonar las fronteras y dejarse invadir tranquilamente por
cualquiera que pasara por ahí… Y es curioso, porque esta carta es anterior a la
invasión belga, que era el camino más corto de invadir Francia, y ahí el Kaiser
cometió un error, porque dejó ver su estrategia, al acusar a Francia de
pretender atacar a los alemanes pasando por Bélgica, dejó claro lo que ellos,
los alemanes, pensaban hacer. Y sin embargo este error no le salió caro. Los
franceses no tomaron nota de sus planes. (Aunque la invasión a Bélgica no le
salió gratis: fue una de las causas que decidieron la entrada de Gran Bretaña
en la guerra.)
CANDIDATO
TERCERO: HITLER
Hitler, al
declarar la guerra a Polonia dijo textualmente que “él había intentado mantener
la paz, pero que la actitud hostil de los polacos ante los alemanes le obligaba
a declararles la guerra”. Si no fuera porque como dijo Steven Spielberg después
de rodar La lista de Schindler
“con los nazis no se pueden gastar bromas”, nos podríamos tomar como un chiste
la declaración (dirigida a su pueblo, no al resto del mundo) de Hitler. Nos
podríamos reír un rato del “deseo de paz” de Hitler y de la “actitud hostil” de
los polacos (“hostil”, curiosa palabra, cuando la emplea uno de los principales
gánsters de la historia, alguien cuya política exterior era: o me das lo que
quiero o te mato, pero no te defiendas, que entonces me lo tomaré muy mal, y
será peor, mejor me lo das con una sonrisa, aunque te quite hasta las bragas:
véase Checoslovaquia), que no le dejaba (pobre Hitler) más remedio que declarar
una guerra “indeseada”. Sí, podríamos reírnos. Si no fuera porque los polacos
nunca se enfrentaron ni trataron de “ofender” a Hitler (al contrario,
“tragaron” hasta que no pudieron más: entonces les declaró la guerra). Si no
fuera porque las ansias expansionistas de Hitler (junto con unos cuantos más:
pero no muchos más en este caso, como dice bien Eric Hobsbawm, “ni siquiera el
pueblo alemán quería la guerra”, a diferencia con la Primera Guerra Mundial,
que tuvo mejor acogida) provocaron la muerte de 50 millones de personas. Así
pues, el cinismo de Hitler no puede ser tomado a broma. Pero si algo no puede
ser es negado e ignorado. Y para eso, para que no pase eso, alguien se debe
tomar la molestia de explicarlo bien en las escuelas, y alguien (muchos) se
deben tomar la molestia de atender a lo que ese alguien les está explicando.
¿Es pedir demasiado?
(dedicado a los profesores de historia de Secundaria)
(dedicado a los profesores de historia de Secundaria)
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