Leo en el Babelia
una crítica de un libro cuyo título no me molestaré en escribir. “Ésta (novela)
de… que obtuvo el premio… es de esos relatos que aspiran a tener, sin
complicaciones y, mucho menos, ambiciones literarias, un gran número de
lectores”. Yo tengo una palabra para ese tipo de libros: intrascendentes. Hoy en día la mayoría de premios los ganan ese
tipo de libros y la mayoría de editoriales publican ese tipo de libros. Y uno
ya no debería sorprenderse… A fin de cuentas, ¿para qué sirve la cultura?
Miremos la Edad Media: con que la cultura no desaparezca sino que esté en poder
de una minoría (los monjes) es suficiente para que una sociedad funcione
perfectamente durante algunos siglos. De hecho, si hoy en día se pretende que
la cultura llegue a todo el mundo es porque se ha convertido (y se pretende que
así siga siendo) en un negocio.
Quiero dejar
clara una cosa. No me parece mal que algunos libros se escriban sin otra
finalidad que entretener. Lo que me fastidia es que todos los libros que se
publican no tengan otra finalidad que entretener. Hace años Dan Brown daba como
consejo a los escritores que empiezan que “hicieran algo comercial”. Me pareció
algo repugnante pero tuve que darle la razón. Según parece hoy en día para
tener éxito como escritor hay que suicidarse tres veces: al principio, a mitad
camino y al final.
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