miércoles, 30 de mayo de 2012

DILEMA



Dos maneras de enfrentarse a la muerte (y a la vida):
-Memorias de ultratumba, Chateubriand, 1849:
Esta imposible duración y prolongación de las relaciones humanas, ese profundo olvido que nos sigue, este invencible silencio que se apodera de nuestra tumba y se extiende más allá de nuestra casa me recuerdan sin cesar la necesidad de aislamiento. Cualquier mano es buena para darnos el vaso de agua que podemos necesitar en la fiebre de la muerte. ¡Ah, quiera el Cielo que no sea una mano demasiado querida para nosotros!, pues ¿cómo abandonar sin desesperación la mano que se ha cubierto de besos y que se querría tener eternamente sobre el propio corazón?

-Epopeya de Gigamesh, poema sumerio, primera mitad del II milenio a C.:
Gilgamesh, llena tu vientre, alégrate de día y de noche, que los días sean de completo regocijo, cantando y bailando de día y de noche. Vístete con ropas frescas, lava tu cabeza y báñate. Contempla al niño que coge tu mano y deléitate con tu mujer, abrazándola. Porque esto es lo único que se encuentra al alcance de los hombres.

Pasan los siglos. El mundo continua. Hay grandes inventos. ¿Se ha avanzado realmente mucho? ¿Cómo debemos vivir? ¿En soledad, aceptando la soledad como un mal menor contra la muerte y el sinsentido de la vida? ¿O a ciegas, buscando el goce inmediato, buscando el amor y la compañía de las personas a las que nosotros queremos, olvidando cuál será su fin y el nuestro? Desde Mesopotamia a Francia, siglos y siglos de civilización y una pregunta sin respuesta.

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