miércoles, 30 de mayo de 2012








PROPÓSITO DE ENMIENDA


No vino a domar tus caballos
el auriga celeste.
Llegó el verano y tus caballos huyeron
en busca de algún pasto
que no oliera a musgo.
En la calle continua el éxodo silencioso
de las estatuas,
la gente obedece a los semáforos,
se ocultan los escapatares
al acecho de ávidos compradores.
Pero tú ahí sigues,
sin caballos, sin comida,
sin techo donde guarecerte,
jugando con un cable de acero
a la orilla de los desagües,
esperando que el tigre de la felicidad
cruce ante ti desprevenido.
¿De verdad crees que podrás cazarlo
sin otra munición
que tus cartuchos de tristeza?
Vuelve el rostro,
y sonríe.
La ciudad que contemplas
aún es tuya si lo deseas.
Tuyas son sus aceras descansadas.
Tuyos sus salones rutilantes.
Tuyo el gozo de sus avenidas.
Tuya la rabia de sus museos.
No te engañes más.
Alza los brazos.
Regresa.
Todos los árboles tienen su ahorcado
y todas las lápidas
su milagro.






(Poema  y fotografías del autor)

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